Me piden una evaluación de la feria del libro. Lo primero que hay que decir es que es un evento cultural casi único por su masividad, vitalidad y duración en el tiempo (20 días cada año y 45 años de historia; de hecho, quizás el logro colectivo más importante de la industria editorial argentina). Es la gran caja de resonancia de lo que sucede en el país y, en ese sentido, la feria 2019 fue un éxito. En un año tan político como este, basta ver el impacto de presentaciones como las de CFK, Axel Kicillof, Rita Segato o las de jóvenes escritores y escritoras cuyos nombres ni conozco, que hicieron que miles de chicos y chicas habitaran con fruición los pabellones de la feria.
Visto desde otro plano, el de las ventas, que es un elemento tan importante como el anterior para los que participamos, la cosa cambia.
¿2016? Malo. ¿2017? Muy malo. ¿2108? Hagamos algo porque esto se va al diablo. ¿2109? Estado de alarma. Los calificativos son cada vez más duros y la feria no hace más que reflejar el estado general del sector editorial en cada año, que es lo verdaderamente grave. Y aparece aquí el problema central, que es la política económica del gobierno. Las soluciones no pasan por nosotros como sector, ni por los funcionarios del área de cultura.
Dicho esto, la dirigencia y los referentes del sector dejan (dejamos) mucho que desear. Estamos divididos, "engrietados", hay poco diálogo y muchos conflictos. La reflexión o elaboración colectiva es pobre. De las pocas cosas que están en nuestras manos para mejorar la situación, nos las ingeniamos para que salgan mal, generen un escándalo interno o no se luzcan.
Este año se votó una ley que fue el principal reclamo de nuestro sector durante los últimos 20 años: se le permite completar la desgravación del IVA a casi toda la cadena del libro, empezando por las editoriales, pasando por las distribuidoras, para finalmente llegar a las imprentas. Y no lo celebramos como era debido. Decidir quién iba a inaugurar la feria llevó tanta o más energía (y generó conflictos profundos) que la celebración de la ley. Por eso urge que tomemos distancia de las pequeñas peleas y que logremos una mirada de conjunto del sector, porque siguen pasando cosas, a una velocidad inusitada, y siento que no hemos hecho una elaboración interna. Por ejemplo, la concentración editorial no se detiene (la noticia reciente es que Penguin Random House compró Salamandra) y los dos grandes grupos venden más del 70 por ciento de los libros que se consumen en nuestro país; como consecuencia, cada vez quedan menos editoriales "medianas" y eso genera un problema de desbalance y desprofesionalización del sector; la feria se vuelve cada vez más local y menos internacional; a nivel profesional la Feria de Guadalajara nos ha quitado algo de brillo; aparecen modelos de feria o eventos culturales como la Feria de Editores Independientes o el FILBA que nos pueden ayudar a reflexionar sobre el futuro.
El mercado del libro debe ser concebido como un ecosistema, como eslabones que interactúan entre sí, y cuyos cambios afectan de distinto modo a otros agentes de la cadena. Cualquier política para el sector debe ser pensada en conjunto, deben participar todos los actores. Esto vale para la feria, para el Instituto del Libro que propuso Daniel Filmus, y también para la pelea para que la desgravación del IVA alcance a las librerías, que fueron injustamente excluidas. O para pensar la relación que debemos tener con los gobiernos de turno. Por último, una nota personal: fui a la feria a pasear con mis hijas y amigos. Llevaban una lista de libros que querían, y eso ordenó el recorrido. Encontraron de casualidad a un autor de libros que leían cuando eran chiquitas, y nos firmó uno. Después se encontraron con Liniers en un pasillo y él, con absoluta dedicación, les firmó cuadernos, libros y hojas blancas. Terminamos comiendo un sándwich caro en uno de los bares de por ahí, y salimos todos contentos, cargados con bolsas y cansados después de horas de paseo hermoso. Con sus defectos y cosas para revisar (una lista que crece año a año), la feria sigue siendo un gran evento.
¡Nuestro gran evento!
Director editorial de Siglo XXI.